10.5.10

Celofán

Todavía me estoy riendo por el comentario del Trepabuques contraportadino del viernes pasado con respecto al homenaje al escritor José Viñals: “Nunca la metafísica poética dio para tanto; por favor, qué aburrimiento”. No acudí a ninguno de los dos actos programados —los homenajes póstumos me tocan un poco la cazoleta; eso de ir a una cosa de Viñals y no poder terminar de bares con él no me seducía nada—, pero me los puedo imaginar, porque cuando uno era inocente se tragó muchísimos zambombazos de esos, hasta que un día uno ya no pudo más y, con el rostro desencajado, tuvo plena consciencia de hasta qué punto despiadado hay gente que goza aburriendo al prójimo con gilipolleces que, así, tal cual, desnudas, pasarían por divertidas y hasta por amenas, pero que envueltas en el celofán pringoso del quedar culto y profundo no hay dios vivo o muerto que las soporte. Hay quien se sube a un estrado y deja de ver público para ver condenados, hay quien por “acto cultural” entiende “sala de viejas rezando el rosario”, hay quien posee una oratoria y una retórica tan sumamente coñaza, tostonaza y pestiñona que eso no tiene más remedio que ser intencionado, ya que por sí solo y de forma natural es imposible que se cueza y se retuerza tantísimo en el tedio y en el vacío.

1 comentario:

RaRo dijo...

más claro agua, cariño pero brindemos por Viñals y por José Nieto también...