7.5.10

Clavellina

Necesitamos —y con cierta urgencia, además— a unos nuevos Quintero, León y Quiroga, Valverde, Perelló, Cantabrana, Mostazo y otros genios que compongan coplas renovadas, coplas que ya no hablen de madrinas taurinas enamoradas en silencio del brillo de los caireles de los novilleros ni de ser esa, esa oscura clavellina que va de esquina en esquina volviendo atrás la cabeza, porque ya a las folclóricas y tonadilleras no les pasan esas cosas: ahora sus cuitas y dramones son que pueden ir a la cárcel por ayudar a blanquear los dineros de sus novios, por ser cómplices de prevaricaciones y malversación de fondos públicos. Lo que ha cambiado el cuento, tú. Con lo bonito que era aquello de la cupletista y el torero que se casaban tras haber puesto en los carteles un nombre que no lo querían mirar y que, pasado el tiempo, la cantante se convertía en la otra, la otra, la que a nada tenía derecho por no llevar un anillo con una fecha por dentro, por lo cual los flamencos del colmao la vigilaban a deshoras, empestillados perdidos. Ay, qué tiempos. Esto de que las folclóricas se hayan corrompido con delitos urbanísticos va a ser cosa de la globalización y de esta tendencia que tenemos a vivir tan emparentados con el plástico brillante y aséptico. Nos hemos cargado al marinero del puerto, tú.

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