6.4.10

La pata

Sale un gachón diciendo que criticar al Papa es como perseguir judíos, otro coge y dice que lo de la pederastia tampoco es para tanto porque pederastia hay en todas partes, luego va todo el mundo y se arrepiente y dice estar apenado y avergonzado, ay qué apenado y avergonzado estoy, ay, ay. Aquí cualquier obispillo puede abrir la boca, soltar el recado y después lavarse públicamente las comisuras con jabón de olor. Claro, es como lo de confesarse: que puede uno pecar a cascoporro y tocando todos los palos, si total: a la postre te limpian el expediente en la cabina confesonaria y, como dice una amiga mía, aquí no ha pasao naíta. Mucho está metiendo la pata la Iglesia católica últimamente, pero no me quiero ilusionar, tate quieto. No quiero pensar todavía que esto son fisurillas en su imponente y sólida estructura. No pecaré de ingenuo (o sí, porque luego me confieso, je je, qué gracia tengo). Y no me refiero precisamente a que las supuestas fisuras las vayan a provocar los escándalos, no, que para eso el Vaticano está muy preparado e inmunizado. Lo que me haría ilusión es que a estas pataditas de gorrión contra la mole católica esté contribuyendo la aparente falta de control de sus oradores, quienes, saliendo a defender el tinglado, la cagan con salero una y otra vez.

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