11.3.10

La TDT

La TDT falla más que una escopeta de caña. Vamos al apagón analógico de las señales televisivas y a todo lo que tú quieras, pero entre la TDT y dos danones unidos por un hilo hay poca diferencia en lo que a comunicación se refiere. En cuanto llueve o se mueve un poquillo de aire, hala, se acabó la TDT, “sin señal”, o se pixelan las imágenes o los muñecos se quedan congelados o se le va la voz como a un cafre de feria. Al menos en Jaén. Yo creía que me pasaba a mí solo, porque la antena de mi casa es una varilla de paraguas hincada en una papa, pero resulta que lo habla uno por ahí, en los quioscos, en el banco, en la cola del besapié, y te das cuenta de que tus males televidentes están muy extendidos entre el resto de la chusma: que la desgracia es amplia y la resignación, mucha. O sea que nos van a quitar la tele de toda la vida, la que se ve, para apuntarnos a una nueva tecnología que se está escacharrando cada dos por tres. Cojonúo, tío. Toma el berbiquí y dame el taladro eléctrico. Y hombre, no es que la tele de hoy sea una sucesión de obras de arte, pero mientras siga visitando nuestros hogares desde La Sexta la Beatriz Montañez a la hora del vinillo pre cena, amigos y amigas mías, la televisión española merecerá la pena de una señal clara, nítida y cristalina, eso ya lo sabes.

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