3.2.10

La pelotilla

Los políticos deberían pensarse recibir un cursillo sobre la potencia de los micrófonos que se fabrican ahora, capaces de captar el peíllo de una mosca sin apenas darse importancia. Deberían saber que ya no hace falta tener la alcachofa a un palmo de la boca para que las palabras —y casi los pensamientos, casi— sean grabadas con aceptable nitidez. O mejor no, mejor que lo ignoren y sigan cayendo como pardillos, que merecido lo tienen. Porque bastan un micrófono abierto y un político desavisado para hacernos una idea de lo que son y cómo son en realidad esos que tan bien puestos se ponen delante de las cámaras, con todo su aprendizaje de fingimientos, engaños y artificios. La sargenta Aguirre de la Comunidad madrileña tiene, según ella, a un “hijoputa” por compañero, eso ya nos lo ha dejado claro, y ahora que se disculpe todo lo que quiera, que con la disculpa lo único que consigue es engordar mucho más la pelotilla de caca, pues a fin de cuentas de lo que se está excusando es de haber sido pillada. Así que esta señora y muchos otros y otras son los que nos piden el voto con tanto cariño cada cuatro años, a nosotros, a las cabezas de ganado con derechos y deberes electorales, que así es como deben de vernos, considerarnos y tenernos en cuenta, pero con cariño.

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