12.6.09

Las madracas

Con lo marrano que soy yo, no puedo evitar ruborizarme por lo que sale de la boca de ciertas señoras cuando en los televisores pringueplasmáticos de las churrerías moscardonas que sin cesar frecuento aparece la Bibiana Aído. ¡Laírgen! El fregón de un hospicio, la cortina de una cuadra y el sobaco de una mona juntos no llegan ni por asomo a lo infecto de —no tanto el vocabulario en sí, que también— la intención que le ponen a sus más que despectivos comentarios. Son esas señoras repolludas y obreras, muy trabajadas, que ideológicamente están tan a la derecha del centro izquierda conservador que se hacen la picha un lío, se confunden en un laberinto de churros y sortijones, cuentan con orgullo aquella vez que besaron a Felipe González en un mitin y votarían sin dudar a un Hitler para que barriera la escoria de sus barrios. Verdaderas madracas de la ventruda realidad callejera. Y es salir la Bibiana y se lía. “¡Ya está esa ahí! ¡Ichi, ichi, ichi!”. A veces siento que tengo que taparme los oídos o encasquetarme el mp3. ¿Cómo se puede ser tan perra y morder el cuello de una ministra que, se supone, se desvela por ellas? Curiosamente son las mismas señoras que a sus hijas les recuerdan cada sábado por la noche que los tíos, con subirse la bragueta, tienen bastante.

No hay comentarios: