4.3.09

Xtremo

Eso de ir el viernes o el sábado a la sala Xtremo y salir satisfecho y que te den vino y cava en el vestíbulo y que se pueda fumar y felicitar a los actores o pasar de ellos es una cosa que está muy bien, nene. Está muy bien que en Jaén capital siga existiendo —de momento sin competencia— un teatro alternativo y que eso de “alternativo” no signifique churripuerco ni pestiñazo ni chichinabo ni tampoco nido de cultura tan alta e incomprensible que le haga a uno añorar las revistas de Quique Camoiras o de Juanito Navarro, que son dos señores saineteros que han hecho mucho por la escena española debido a que pegaban muchas voces. Eso de ir el viernes o el sábado al cocherón negro de la calle Picadero II y que te reciba el ama, la actriz Luisa Torregrosa, y un gato dorado que tiene y que se líen tertulias antes de comenzar la función y que en los servicios haya pastilla de jabón y toalla, como en casica, y que esté allí el Karames, el crítico teatral de este periódico, rascándose la barba y que a veces calcules que van a faltar asientos porque aquello se está llenando de gente es una cosa que nos hacía mucha falta aquí en Jaén, a nosotros y a las visitas, o sea a esas compañías que no requieren un Infanta Leonor pese a que algunos de sus montajes lo merezcan.

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