5.3.09

Sobre robos

Menos los muy inocentes, aquí todo el mundo sabe que si se te ocurre una idea innovadora y la piensas, y la elaboras, y la calculas, y la rumias, y la trabajas, y la proyectas, y la presentas a tu ayuntamiento, a tu diputación o a tu junta en busca de apoyo económico, corres el riesgo de que te la intercepte un alto mediocre o el lameculos de ese alto mediocre, te roben el proyecto, lo desarrollen como propio y se lo apunten en su intachable hoja de servicios, dejándote a ti al margen. Así de crudo, nene. ¿Qué se puede hacer para que esto no ocurra? Poco, muy poco o nada. Como casi siempre, el ciudadano está indefenso ante la cafrería y la hijoputez de las administraciones públicas. Registra lo que quieras, que luego te cambian un par de conceptos y ya no es igual que tu proyecto lo que sus inquietas mentes han ideado. Dicen que hay dos métodos preventivos para evitar la rapiña, aunque no seguros: darles tu idea muy poco a poco a los políticos, para que no puedan prescindir de ti, o pregonarla a los cuatro vientos, contársela a todo el mundo y publicarla en los medios de comunicación, a fin de que haya constancia y fecha de la paternidad de tu criatura. Mas si esto falla, a mí se me ocurre una tercera opción: ir al despacho indicado y jiñarte en los muertos del chorizo.

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