27.3.09

También

Llamome la atención lo que dijo un general, el general de Sanidad Vicente Navarro, en el juicio que por el accidente del Yak-42 se está celebrando en la Audiencia Nacional. Tras reconocer errores en la entrega de algunos de los cadáveres de los militares fallecidos y al respecto de unos documentos que firmó sin saber qué decían porque estaban escritos en turco, cucha tú, el general Navarro alegó ante el juez: “Los generales también se equivocan”. Toma, pues claro. Y los ricos también lloran, y los pobres también comen, y los masones también juegan al cinquillo, y los cardenales también “sufren” erecciones, y los mequetrefes también tienen derecho a que nadie les pegue una guasca sin venir a cuento, y los bomberos también son capaces de disfrutar de una barbacoa sin necesidad de apagar las ascuas cada dos por tres. ¿Qué se habrá creído este hombre que es un general para el resto de los mortales civiles? Lo que pasa es que, contra los errores laborales, está la cautela profesional, y lo que no es error es dejar de recurrir a ella; pero, en fin, ya dirán los jueces, que para eso estudian tanto. Lo que no hace falta es recordarnos que “los generales también se equivocan”. Mira Pinochet, mira Franco. No me extraña esa soberbia: tanto “a sus órdenes” es lo que trae.

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