16.2.09

Probablemente

En Málaga la tienen, en Sevilla se lo están pensando. ¿Llegará a Jaén? Ay, dios mío de mi vida y de mi corazón, ¿llegará a Jaén? Crucemos los dedos y pidámoselo al altísimo con todas las fuerzas de nuestra fe envasada al vacío. Que venga a Jaén, que venga a Jaén, que venga a Jaén… Habría que ver la cantidad de soponcios en cadena que se producirían al paso de los autobuses con publicidad atea en esta ciudad lagártica y beatorra que reza su repertorio potaje sin sacarse el hueso de aceituna de la boca; habría que ver, con mucha risa, esos rostros regordetes y cárdenos demudándose y resoplando espachurreces por tenerse que ir andando antes que montarse en un servicio público del infierno. “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida”. No tienes huevos, Castillo, de poner eso en tus autobuses. Y haces bien, porque si ya hay gamberros que te tiran piedras por pura y simple cafrería, no quieras ver qué clase de patuzcazos tendrías que soportar, éstos también por cafrería y gamberrismo, pero piadosos y por la buena causa de la devoción, o sea muy justos y necesarios. Menudos somos aquí para agredir en nombre del señor, de la virgen y de los muñecos. Carácter jaenero, integrismo católico melenchón, besitos al cura.

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