17.2.09

Las pilas

En toda la ciudad de Jaén no hay ni un solo contenedor para pilas usadas. Esto ya lo sabíamos, pero cuatro colegialas jaenitas, la María, la Beatriz, la Carmen y la Begoña han salido para recordárnoslo en la edición de ayer de este periódico. Ellas promovieron una campaña en su instituto y se han juntado con dos millones de pilas y ningún lugar para depositarlas sin contaminar. Ni el Ayuntamiento ni la Junta les ofrece una solución. Y yo me pregunto, pues: si ahora les da por lavarse la cara a estas dos instituciones y colocan contenedores para que ni las niñas ni nadie les molesten más con la leche las pilas, ¿adónde van esas pilas? Me temo que al vertedero común. O sea que poner contenedores es igual que el que tiene tos y se pee. En muchos casos, lo del reciclaje no es más que apariencia, fachada, engaño. Las campañas han conseguido que el vecino te mire como a un criminal si te ve asomando un bote de Dan’up por la bolsa de la mugre orgánica. Habría que mostrarle a ese tío el destino final de ese bote. Reciclar es caro y no todas las administraciones están dispuestas a gastarse los cuartos en eso, aunque lo de los contenedores es sagrado, sobre todo en época electoral. Por lo pronto, esas cuatro jovenzuelas de las pilas ya saben con quiénes se las gastan.

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