16.10.08

Aniceta

Busco a Aniceta en la feria, el pan empapado en aceite y tomate que ponen en la caseta de este periódico está que te mueres, busco a Aniceta, me pongo joncho de pan con tomate y busco a Aniceta entre los periodistas, los políticos, los poetas y la gente que llena la caseta de este periódico, aquí Aniceta no está, una cerveza más, dos o tres rebanadas más de pan con aceite y tomate, ya van catorce, hoy no he desayunado mis ostras con manteca colorá, a lo mejor aparece, lo mismo está a punto de venir Aniceta, no viene, hay que salir a la selva sanlucona y seguir buscándola, par de ojazos bellísimos tras la barra de la caseta del Deán, pero ¿dónde Aniceta?, ¿por qué no Aniceta?, Gregorio el del Deán dice que no sabe si Aniceta ha estado allí, entre otras cosas porque no la conoce, qué caseta más apañá la del Dean, qué marcha tiene, lo que pasa es que sin Aniceta yo no me fío de tomarme otra copa, a lo mejor está orinando, o muerta, miro en los servicios, miro en los retretes, miro entre las piernas, llamo a los hospitales y a las clínicas psiquiátricas, me dejo el saldo, Aniceta no está ni aparece, miro en los turrones, no está, lo mejor será dejar de buscarla y empezar a reír como si nada hubiera pasado, como si la feria sin Aniceta estuviera igual de triste que con ella a cuestas.

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