12.11.07

Te hablo de un gran mago

En los territorios sagrados e indecisos de las madrugadas de copas de este Jaén lagártico y peo, al igual que algunos se te acercan para contarte sus aburridas vidas o para que les cuentes tú algo y les arranques de la soledad aunque sea a pescozones, hay un mozuelo rubillo y con collar que te requiere un momento para que le veas la magia que le echa al naipe, el tío. Se llama Fran Manzaneda y es muy bueno. Tan bueno que a uno lo que le apetece es abandonarse y creer que la magia existe más allá de los trucos de la prestidigitación, que esas cartas están vivas y que el pavo que las maneja no es un pavo corriente, sino un poco genio. Yo lo conocí el verano pasado en el Hípico, me hizo unos juegos y, cuando acabó conmigo, me fui preocupado por ver quién me cerraba la boca ahora. Fran se dice discípulo de Juan Tamariz y leche si lo es. Es uno de esos magos tan veloces que parece que van a cámara lenta. Y ahí lo tenemos, callejero, pidiendo permiso para asombrarte y esperando que le hagan un hueco en los escenarios de los pubes. El jueves me faltó gritarle “¡eres un pedazo de miserable!” cuando un dos de picas atravesó la baraja y se bufó encima a veinte centímetros de mi nariz.

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