19.12.06

Lola Barberán, del IEG

Es la gerente menos gerente que conozco, mírala. El gerente suele ser criatura escurridiza, un poco pez escualo que nada entre las aguas de su frustración y la del protagonismo político de otros. Y ya se sabe que el que nada no se ahoga, por eso el gerente asoma tanto la cabeza en la foto de la sociedad institucional, a la derecha del padre y a los pies del abuelo. Pero Lola Barberán, de las Barberán de toda la vida, siempre está cambiando esa foto por un buen anonimato entre amigos, y los demás que arreen y hagan sus cuentas. A mí me parece que lo que le pasa a Lola es que está escarmentada: es una histórica que viene de los despachos y recámaras diputacionales del Cristóbal López Carvajal, de aquellos pesoes menos finolis que tomaban café y coñac en el Zeluán, y además conoció mucho al pintor Carmelo Palomino, lo conoció tanto que ahora es su viuda, de manera que, con esos antecedentes, no es de extrañar que hoy ocupe la Gerencia del Instituto de Estudios Giennenses como quien ocupa la casa de la vecina que le ha pedido que le riegue las macetas en su ausencia: con esmero y cariño, pero sin olvidar que la vecina vendrá ya mismo. Además, sus convites oficiales son los mejores, qué leche.

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