A Mario Azañón lo saludo desde hace poco, yo antes no me paraba con Mario Azañón ni creía que en los planes de Mario Azañón, a corto o a largo plazo, entrase la posibilidad de pararse conmigo a echar un parrafillo y descabezar unas risas a cuenta de mis columnas. Soy tímido y feo y me impresionan mucho los tíos guapetones a los que, además, los trajes les quedan como a las figuras antropomorfas de material sintético que los comercios de ropa exponen en sus escaparates a fin de que el viandante admire la virtud y prestancia de cualquier atuendo. Sé perfectamente que este es el tópico típico cuando se habla de Mario Azañón, su elegancia, pero joder, es que se mete por los ojos y mientras te está contando profundos aspectos de su Secretaría General de la Confederación de Empresarios Jienenses, que ya hay que tener valor para trabajar en eso, hay gente pa’tó, uno no puede evitar preguntarse cuánto le habrá costado la corbata al gachón, que de tan buen paño luce y le cuelga sin una mala apostura, encariñada con la ley de la gravedad, amalgamada con su estético fundamento. Azañón es nuestro joven dandi jaenícola, habría que cuidarlo más, aunque me parece que ya se cuida él.
18.12.06
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