22.11.06

Vida y desarrollo del ladrillo

Fuente Almodóvar es como la falsa monea, que de mano en mano va y ninguno se la quea. Y no se la quea ninguno porque todavía nadie ha logrado lo que verdaderamente importa: que le permitan cargarse el paraje, mandar a tomar por culo el medio ambiente, asfixiarnos un poquito más, si total… Cuando les hablan de que sólo se pueden construir quinientas viviendas, ellos pensarán que esa limitación, con una chispitilla de buen hacer, cambiará tarde o temprano; pero cuando ven que no, el terreno que han comprado se convierte de pronto en un despojo asqueroso y se lo revenden como un mulo muerto, tapándose las narices, a quien quiera hacer el tonto con esa miseria de proyecto que contempla los pajaritos, las plantitas y los arbolitos, ¡anda ya, tíos cursis! Ahora el tonto lo quiere hacer el grupo madrileño Pinar, de parte del Tigre de la Malasia, de parte de Cosme Álvarez, de parte de Martín Berrocal, de parte de José María Pardo, de parte de Gabriel Olivencia y de parte de Juan León, el hombre, a quien en su día le formaron un escándalo porque quiso enjaretar allí ciento cincuenta viviendas. Jopé, qué ladrillo este, que tan ansioso nace, tan fácil crece y tan carísimo se vende, el gachón.

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