27.5.10

Pico y pito

Imagínate tú que el presidente Zapatero coge y se levanta, se despega la culera del pantalón, se pone bien la corbata y le dice a Rajoy: “Venga, siéntate aquí, arregla esto, yo me voy, me has vencido, sorpréndenos”. El careto cerúleo y descolgado que se le tiene que quedar a Mariano no te lo quiero ni contar. ¿Y tú qué te crees, que a Zapatero, en sus quimeras domésticas, no se le habrá pasado por la chola hacer eso? No te extrañe que eyacule soñándolo. Imagínate tú que el árbitro contra el que te estás desgañitando nombrándole a la madre y a los muertos y a los cuernos detiene de pronto el partido, te localiza en la grada, sube y te entrega el pito. O que el albañil de la obra callejera al que llevas criticándole la zanja toda la mañana se te acerca, te quita el “Viva Jaén” de debajo del brazo, te pone el casco y te entrega el pico. Y, ahora, paremos de imaginar, porque si Mariano Rajoy y los suyos tienen las soluciones para la crisis y hasta son capaces de jurarlo por el Niño Jesús (“se muera mi mama y me pille un coche”, Papajarry dixit), lo que habría que hacer es entregarles el bolígrafo, la libretilla, un teléfono y a trabajar. Lo malo es que esto no se estila, no es guay. Lo guay es mentarle los muertos al colegiado, reírse de la mierda zanja y contemplar al que se ahoga con el salvavidas bajo el brazo.

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