21.5.10

El Vicente

Y qué me dices del artículo que le publicó ayer este periódico al doctor García Villarrubia, el Vicente, titulado “Oro líquido, bomba para la salud”. ¡Virgen Santísima de la Pringacha! Si no lo has leído, léelo, leche, léelo, que te pasas el día leyendo cipotadas y luego lo importante no lo lees. El hijo el gori, qué bien escrito, qué divertido, qué serio, qué preocupante, qué claro y qué valor. A mí me advierten con cierta frecuencia de que cualquier día me van a partir la cara, pero creo que ya tengo un compañero de ruptura facial, así que voy a salir más de cañas con Vicente, más que nada por aquello de los dos pájaros de un tiro, que así siempre tocaremos a menos. En cuatro columnas el tío es capaz de relacionar con asombroso tino las mentiras sobre los beneficios del aceite de oliva —sus contaminaciones y sus fraudes en la elaboración— con el toro que mató a Paquirri, las grajillas, Billy Wilder, Chernobil, Karina y el bar de un tal Benito. Toma ya. Y hasta me cita a mí, pese a que yo no le he hecho nada a ese tío. Vicente García Villarrubia es un médico toledano que lleva tiempo diciéndonos a los de Jaén que el sagrado aceite de oliva virgen extra es un dios, vale, porque lo es, pero un dios que tiene tratos comerciales, pesticidas, insecticidas y herbicidas con el demonio. Y tos callaícos.

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