20.5.10

Alérgicos

Para vosotros, alérgicos, que os tapáis las narices contra las ventosidades de la oliva, obligados a llevar un burka facial, bozal de besos, silencio de los corderos y de los chotos; para vosotros, alérgicos, habitantes de un infierno de pólenes latifundistas, víctimas de la cópula vegetal de las cosechas futuras, angelitos lagrimosos con las alas mustias, tosedores de una tos ecuánime y responsable, pedigüeños de oxígeno; para vosotros, alérgicos, payasitos tristes de nariz morrona que cada año tenéis que elegir entre la enfermedad o el destierro, malditos por la gramínea, por una palabra tan bella como “floración”, por un monocultivo tan bastorro y tan feo y tan rico, a los que Miguel Hernández olvidó en su poema aceitunero; para vosotros, alérgicos, recipientes de estornudos envasados al vacío, festivos de mocos, tímidos de pulmón, escocidos de aire que cada día por estas fechas os tenéis que enfrentar a un enjambre invisible de monstruacos chiquitines; para vosotros, alérgicos, a los que el cuerpo se os vuelve gandulón o cobarde y ya no os defiende, rezadores de lluvia, ególatras del mar, matemáticos del recuento de pólenes, sólo vosotros sabéis lo que es en realidad un metro cúbico de aire. Para vosotros, alérgicos, es esta columna de hoy, aunque sé que de bien poco os servirá.

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