19.3.10

Nos la sopla

Leyendo ayer la entrevista a Salvador Pérez Arroyo, el arquitecto madrileño que nos va a poner bonica la plaza de Santa María y apañá la mala hostia, me dio la sensación de que lo que pasa es que a este hombre le van a pagar poco, o él se siente mal pagado, que viene a ser igual, y por eso ha echado lo que nos ha echado, lo que él mismo dice en la mencionada interviú del Javier Esturillo: “Sólo un pavimento”. Esto suena a que, si queréis más avíos, retrataos, no seáis agonías. Sin dudar de —ni tampoco menospreciar— los conocimientos y méritos profesionales de este señor y todo eso que suele decirse para salvarse uno mismo y no quedar como un ceporro inculto, eso de que su proyecto esté “basado en la arquitectura barroca” y que “en el Vaticano o en la plaza de San Marcos de Venecia” no haya árboles, la verdad, aquí nos la sopla muchísimo. Lo que habría que hacer es pagarle más para que se inspire mejor; eso o cambiar de arquitecto. La cosa resulta tan evidentemente fea, tan escandalosamente mazacotorra, que uno se asombra de la capacidad de provocación de este Gobierno municipal y piensa si lo de la placita catedralicia no será un invento, una maniobra para tenernos entretenidos frente a algo muy gordo que pueda estar avecinándose, yo qué sé qué, yo qué sé qué.

5 comentarios:

RaRo dijo...

Ahora sí que he visto la maqueta y es peor de lo que imaginaba, realmente aquí quien no llora no mama...

Anónimo dijo...

creeis que 200.000 euros está mal pagado....¿? , por un buena o mala noche,...,lo que pasa e que este señor ha venido a JAÉN A LLEVARSELO CALENTITO,con la colaboración de algunos jienneses muy actuales, ya que el año pasado no se llevó lo que pretendía: LA CIUDAD DE LA JUSTICIA,.....,en colaboración con los mismos jienenses muy actuales,....

blumm dijo...

Tienen pensado idear un sistema para que en verano sea pista de patinaje y en invierno, allá por noviembre, hincar una cruz y celebrar ahí, con las sardinas puestas en los focos de luz, Santa Catalina.

Cuchi, ¿qué no son capaces?

Quién duda del espíritu jaenero?

Yo, no.

PD: ¿Tiene el ayuntamiento saldadas todas sus deudas con los autónomos de la ciudad? Es que si no, joé...

Anónimo dijo...

¿Es posible que “lo nuevo” pueda surgir como herramienta contemporánea de proyecto?

El proyecto patrimonial, entendido como herramienta que podría gestionar la ciudad histórica, utiliza la interpretación para la definición del objeto y el control de la escala y debe incorporar lo que se denomina “tiempo fenomenológico”, un tiempo caracterizado por la velocidad y por la individualidad de la cultura globalizadora en la que vivimos; enfrentándonos a la paradoja del rechazo y la necesidad de pasado, propia de la sociedad hipermoderna caracterizada por el todo-patrimonio y el todo-conmemorativo.

Pero al final lo que conservamos, esa esencia, casi se lee en claves de AUSENCIA. Así lo define Gérard Wajcman cuando nos propone un juego para definir cuál es el objeto representativo del siglo XX. En principio, las ruinas parecen cumplir ese papel de objeto. Las ruinas, entendidas como objeto de la memoria, objeto del tiempo de la memoria, objeto del tiempo del arte de la memoria, son las ganadoras, redefinidas desde lo que se denomina Monumento de los Tiempos Presentes.

Por lo tanto el debate nos sitúa en lo que podríamos denominar “la evolución del concepto de Museo”, en paralelo a la evolución del concepto de objeto, hasta llegar a la conmemoración de la ausencia como acción contemporánea para conservar el pasado.

Ciudadano que mira o ciudadano que es contemplado, también ciudadano reflejado.

http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=4622

José Manuel dijo...

A mí no me la suda. Me gusta el proyecto.

¿Ante las actitudes que hablan de conservar la ciudad heredada, es posible que “lo nuevo” pueda surgir como herramienta contemporánea de proyecto?

El proyecto patrimonial, entendido como herramienta que podría gestionar la ciudad histórica, utiliza la interpretación para la definición del objeto y el control de la escala y debe incorporar lo que se denomina “tiempo fenomenológico”, un tiempo caracterizado por la velocidad y por la individualidad de la cultura globalizadora en la que vivimos; enfrentándonos a la paradoja del rechazo y la necesidad de pasado, propia de la sociedad hipermoderna caracterizada por el todo-patrimonio y el todo-conmemorativo.

Ciudadano que mira o ciudadano que es contemplado, también ciudadano reflejado.

http://www.laciudadviva.org/blogs/?p=4622