24.2.10

Sindicatos

Lo que pasa es que las manifestaciones sólo sirven para que, quienes las convocan, los dirigentes sindicales, meneen la patica de gusto y eyaculen en profusa escorrentía cuando ese día y los posteriores ven en los medios de comunicación la que han armado ellos solitos en las calles españolas. Son pasacalles, son montajes, son espectáculos diseñados y puestos en marcha por una gente a la que le gusta más el figuroneo que a un masoca un pellizquillo en un divieso. Por eso, cuando la manifestación es lejos y precisa de engorde, suelen pagar viajes y bocatas y algún dinerillo a los que estén dispuestos a desplazarse para mover la pancarta y gritar las consignas que les digan. Los sindicatos, qué le vamos a hacer, son un engaño: sus dirigentes suelen enseñorearse y aseñoritarse y ningún conflicto laboral les va a interesar si no le reporta el protagonismo mediático del que se alimentan, que es para lo único que existen, para eso y, en ocasiones, para trincar pastizales y ponerse más contentos que ná. El triunfo de los sindicatos llega hasta donde llega la manifestación convocada; el resto, si esa manifestación ha servido para algo, les importa un pito, aunque como máscara, agarre y disimulo no les viene mal para seguir justificando sus procesiones de pasión de siglas altas, muy altas.

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