10.2.10

"Aaaaaaag"

Los parados empiezan a ralentizar sus pasos, a caminar con las piernas tiesas, y tienden a alargar los brazos y a requerir no sé qué retorciendo los dedos, quizá un puesto de trabajo. A los parados comienza a írseles el poder de la palabra, pierden coherencia, su lenguaje se deteriora, sus fonemas se derriten y lo que profieren empieza a parecerse más a un gemido y a un gargarismo que a una serie de quejas y argumentos. A los parados se les enferma la piel, como si se les pudriera, y las ropas se les vuelven harapos progresivos. Ahora tienden a apiñarse, atraídos los unos por los otros, y así caminan juntos, en pequeñas masas, las piernas tiesas, los brazos extendidos, la piel podrida, la ropa hecha jirones, haciendo “aaaag” y “eeeeg”. Grupos de parados que se unen a otros grupos de parados para formar un grupo mayor de parados. Rostros desencajados, pies que se arrastran. Los parados buscan coches oficiales para aporrearlos, para palmotear con sus huesudas y lentas manos el parabrisas y las ventanillas antes de que se pongan a salvo en sus garajes. Los guardias de seguridad se ven obligados a aporrearlos duramente cuando los parados, con sus “aaaags” y sus “eeeegs” y su ponzoña contagiosa, tratan de penetrar en los organismos oficiales y en los bancos y cajas de ahorros.

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