19.1.10

Zombis

Lo que pasa es que la Naturaleza, Dios y el Destino lo tienen muy claro y se alían para azotar los territorios más miserables del planeta este que nos ha tocado en suerte. Ven que una población agoniza de pobreza y le pegan un meneo para rematarla. Es una eutanasia grandota que no se atiene a leyes morales ni tampoco pregunta a nadie si cree que el remate es lo más conveniente. Actúa y se acabó. Y ahora que se querellen. El Haití del vudú y los zombis se moría de hambre con su vudú y sus zombis, pero ha tenido que ser devastado por un terremoto para que averigüemos que esos muertos podridos y amontonados entre los escombros eran gente normal, corriente y —como buenos pobres— puteada. La solidaridad y las ayudas durarán una semana, dos a lo sumo, y después el curso de nuestras vidas y sus conciencias continuará ajeno a todo lo que no nos afecte directamente. Además, ya nos ha dicho monseñor Munilla que menos lamentarnos por lo de Haití y más chirriar los dientes por la pérdida de los valores religiosos, hombre, que a ver si ahora con la pena humana vamos a dejar a la religión verdadera como un rastrojal, seamos sensatos. Y prácticos. Las catástrofes naturales vienen a dar justicia y razón al inmisericorde sistema económico planetario. Que sí.

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