17.11.09

Gorra verde

O sea que si hay barbacoa en el tajo familiar un domingo, los inspectores de Trabajo no sospecharán que pueda haber parados recogiendo aceituna y recibiendo al mismo tiempo una prestación por desempleo y hasta puede que se unan a comerse unas pancetas y unos choricillos y a pegarle, de broma, por coña, unos cuantos varetazos a la oliva. Llamativo, oye. Verás tú la de barbacoas que vamos a ver esta campaña humeando en los terrones, nene. Qué ricas. Pero si no hay barbacoa, no. Los parados no podrán recoger su propia aceituna, eso va a estar muy vigilado. No sé yo, ¿eh?, no sé yo. Será justo, incluso justísimo, pero ¿le vas a quitar a una criatura el gustazo altivo de pegarle el palizón a su oliva de su sangre, le vas a prohibir la pomada en los riñones al que recoge las bolitas que tanto aman en las cooperativas esos gachones de mono azul y gorra verde del Pryca? Hacerle eso a un jaenita olivarense, a un jaenita con olivas, como dios manda, es tocarle un poco los huevecillos, y ya se sabe que un jaenita con los huevecillos tocados deja de atender a razones y se pone más borrico que ná, con las venas lleneticas de rebeldía e insurrección. La oliva es nuestra madre, y si la madre es de la familia, eso es sagrado, a mi mama la toco yo y a ti te parto el alma.

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