13.10.09

La culpa

Ni a las misas ni a los entierros de las pequeñas empresas y asociaciones que el Ayuntamiento de Jaén asfixia hasta la muerte por no pagarles lo que les debe acude un puto concejal a darle el pésame o la mano a los dolientes. Son sepelios de madrugada, como las bodas deshonrosas de las niñas de casa bien, y en ellos sólo ves a cuatro viudas bizcas y a muchos primos devastados por el chillerío que se aguantan. Ese día, los concejales no se acuerdan de que se le da sepultura a un muerto por su culpa y desayunan tan felices sus bizcochos y sus mueslis mojados en la leche dejada y cuajarona que otros crían por ellos. No se acuerdan porque las pequeñas empresas y asociaciones que han asfixiado hasta la muerte por no pagarles lo que les debían ya no existen, ya no son un problema, ya no se les presentan en la concejalía a darles la lata, ya no tienen obligación de largarles largas, ya no molestan, ya no pían, ya no escriben en los periódicos, ya han sido exprimidas y no pueden dar más, sobre todo porque la han espichado. Y si a algún secretario o funcionariete o lameculos se le ocurre recordarles que tal muerto suyo ha sido enterrado, rugen como asquerosos y hasta se peen sin apreturas y después sonríen con la felicidad de la culpa de quien la tiene y lo sabe.

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