29.12.08

Media luz

Por tres razones no suelo escribir necrologías: primera, porque me gusta que me lean todas las personas que, para bien o para mal, nombro en estas columnas; segunda, porque nunca he tragado con esa fábrica repentina de buenísimos seres humanos que es la muerte; y tercera, porque eso de morirse no me parece tan grave ni tan relevante, es muy de andar por casa, al margen del luto que deje. Pero se ha muerto Pepe “El Patillas”, el jueves se murió, cargado de esa mejoría aparente que la parca acostumbra a conceder antes de dar por concluido su trabajo, y como apenas nos conocíamos fuera de ese pub Auringis tasquero, no sé a qué venía eso de convidarme a cañas cuando coincidíamos en otras barras, ni a qué lo de pincharme a “El Cigala” cuando me veía entrar por la puerta de su negocio; tampoco me explico por qué memorizó mi cubata preferido ni a santo de qué me contaba, en las noches perdidas, en la soledad de un martes cualquiera, los entresijos, placeres e impaciencias de ser un hostelero viejo, un viejo hostelero a la media luz sesentera de su establecimiento. Cuando le reabrieron el ahora Belle Epoque, que conserva su nombre, me dedicó en la inauguración la primera y última sonrisa. Lo mismo es que nos apreciábamos sin darnos cuenta, yo qué sé.

No hay comentarios: