18.12.08

La oposición

Lo que pasa es que a la oposición (a todas las oposiciones políticas a cualquier gobierno) le interesa que las cosas le vayan mal a ese gobierno y no le preocupa que, por ende, las cosas también les vayan mal a los ciudadanos. Eso es lo que pasa, eso es lo triste y lo desesperanzador, esa es la realidad que no cambia ni cambiará mientras impere la guerra entre partidos y las ambiciones personales, permanentemente instaladas en el entrevero de la administración de un estado, ¿te estás enterando?, dí, ¿te estás enterando? Pues eso. A la oposición, a todas las oposiciones, lo que menos le conviene es que las cosas se arreglen, ni siquiera que se arreglen un poquillo, y aunque arregladas las vean, siempre lo va a negar y le va a poner más peros y más faltas que esos gachones tan sabeores y tan becerracos que siempre le están poniendo faltas y peros a todo, menudos majaderos. Y como eso es lo que pasa, dime tú a mí el plan, lo desamparados que estamos, el papelón que hacemos cuando nos acercamos a las urnas con la papeleta en la boca, la que sea. Se pone uno a reflexionar sobre esto y no sabe si acogotarse en mohíno o cabrearse en basilisco. Aquí la deshonra siempre va a ser para la oposición, que no nos quiere. Para la mala oposición: la que hay, la que queda.

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