12.6.08

El piquete, nene

Por una columna como esta que hoy les endilgo, un sindicalista al que aprecio un poquitín me metió una bronca a las nueve y media de la mañana en la puerta callecastilla de CC OO que por poco me cruje, el gachón, y como conmigo se puede hacer de todo a esas horas (a partir de las diez de la noche ya me temen y sólo me comentan lo maravillosamente bien que escribo, los muy pelotas, los muy cobardes, iros al cuerno), hoy me vengo de aquel rapapolvo sindicalón y me reafirmo en mis ideas, sabiendo que me arriesgo a que me llamen otra vez “imbécil” o “travestido”, que así es como reacciona ahora la izquierda en esta ciudad cuando uno no le da la razón, cuchi qué bonicos. La cosa es que la figura del piquete “informativo” la tengo atravesada en el gaznate y no me deja tragar las razones que me dan los rojos para justificarla. Sólo hay que verlos. No todos, pero sí muchos son elegidos por los sindicatos entre la borriquería más selecta, enarbolando el palo más que la bandera (la bandera es la excusa para blandir el palo) y eructando consignas que difícilmente saben pronunciar. El piquete de las huelgas es una dictadura, repito sin escarmiento; el piquete actúa con la violencia predeterminada. Porque le gusta.

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