20.3.08

Fracturados

Nos hemos acostumbrado a que la sanidad pública vaya mal, eso es lo que pasa. Incluso nos hace gracia y le hacemos chascarrillos, siempre y cuando no nos toque padecer sus deficiencias a nosotros, claro, porque entonces la mala hostia ocupa el más mínimo sentido del humor que podamos echarle y es cuando la situación se hace de veras intolerable, antes no. Lo que nos contaba el martes pasado este periódico es terrible, y no debería quedar ahí, en que es terrible lo que nos contaba este periódico el martes pasado: pacientes con huesos fracturados que permanecen ingresados en el Hospital Neurotraumatológico hasta una semana, a la espera de que le arreglen la cadera, el hombro, la rodilla, un dedo… Faltan quirófanos, faltan médicos y falta un poquito de vergüenza, leche, para permitir esta situación por parte de las autoridades a las que les prestamos un dinero en impuestos para que no les falte vergüenza ni nos falte de nada a nosotros ni a ellos, para que si nos rompemos una pata, dios no lo permita, nos la peguen el mismo día, ya que, además de necesitarla con cierta urgencia, duele mucho. Pero ya digo: a los desastres que se dan en los hospitales públicos nos hemos habituado. Y eso les conviene a los que deberían paliarlos.

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