Dos tipos

Son dos tipos trajeados a los que invitan a salir por la tele para alabarse ellos y a los partidos políticos que más les molan. Dos tipos recién maquillados por la señorita Pepis y cargados de cifras en la falsa memoria de los papeles, provistos de gráficos de colorines con los que pretenden tumbar al otro, de futuros hilachos basados en pretéritos rancios, pero todavía útiles, todavía rentables. Tipos adinerados y más bien mediocres que hablan del precio del pimiento, del pollo, de los huevos y del nichi como si ellos mismos tuvieran que ir a la plaza a comprarlos y se vieran obligados a rebuscar en el monedero, a escarbar en el forro del bolsillo. No tienen ni repajolera idea de los problemas reales de la gente y de la calle, están demasiado ocupados en sus propios problemas: el de mantenerse en el sueldo y el de llegar y arrebatar ese sueldo. Las vocinglerías arrabaleras y mentirosas de los mítines ya nos tienen acostumbrados a no creérnoslos ni hartos de clarete; pero con los debates televisivos, donde se supone que deberían echar más seso en la plancha de la opinión pública, terminamos de desengañarnos y nos reafirmamos en la idea de que la política es una burda cacota, y encima de plástico, ni siquiera auténtica y fresca. Vota en blanco, nena.