14.2.08

El amor

Pero si ya no se trata de que el Día de los Enamorados se lo inventaran tales o cuales grandes almacenes, hombre, ya está bien con el tópico del tópico progresista y acelga: de lo que se trata es de que hay que andar sobrados de cinismo y de mala leche para celebrar un sentimiento que tanto nos agilipolla. Vengan días de las constituciones, vengan días de las independencias, vengan días del ahorro, de los derechos humanos, de los calvos y, si me apuran, vengan días del trabajo y de la caspa (a cascoporro, ji ji). Pero eso de hacerle fiesta al enamoramiento conlleva la misma mala uva y el humor negro que si le organizásemos un banquete a Periquín por haberse quedado tonto de una pedrada o, en su defecto, plomillazo. El amor es un trapo sucio que hay que lavar en casa, a ver dónde va uno con la lengua fuera, los hombros caídos, las piernas arqueadas y ese gemidito beatífico e incesante que nos brota del gañote, qué vergüenza: la risión de todo el mundo, menos de los enamorados, quienes se solidarizan contigo y entonces formáis logia ñoñaza. Enamorarse es una desgracia como otra cualquiera, una miseria más del ser pensante, como los palominos y las chomineras. El odio, al menos, aclara cabezas y estiliza el paso.

1 comentario:

Administrador dijo...

Ni que lo digas, vaya mierda de síndrome.