15.2.08

Cacahuetes

De acuerdo con Gaspar Llamazares, sí señor; pero yo no les llamaría “propinas” a esas promesillas del PSOE y del PP de las que el coordinador general de Izquierda Unida se queja: yo las llamaría limosnas, calderilla, baratijas, cacahuetes que nos echan para que vayamos royendo nuestra credulidad y les besemos las manos a esos señoritos por ser tan buenísimos y obsequiosos con nosotros, sus obreros de las urnas, quienes nos vamos de un mitin a otro a ver quién arroja más céntimos, más caramelos chupados, más sobranzas de lo que ellos se comen y escupen. Así es. Si ya las “grandes” promesas electorales suenan a operación de mercado, a producto fabricado expresamente para ganar votos, las chucherías son los cohetazos de la verbena que se montan para sí mismos, y ahí tenemos a la plebe con la banderita paralizada y la nuca clavada entre los omoplatos, diciendo ¡oooooh! bajo los efímeros fuegos de artificio. Si ayer Rajoy derrochó dos mil palitos de colores, hoy Zapatero se pone las pilas y despilfarra tres mil bolitas de goma de esas que tanto botan y nos hacen reír, poniéndose el dedo en la ceja. Y después todo sigue igual, porque eso es lo que pasa: que después todo sigue igual y lo sabemos.

1 comentario:

Sir Alsen Bert dijo...

¿Y lo sabemos?
Y lo que nos jode.