25.1.08

Hace falta ser...

Mira, vamos a ver, joé, ya está bien, que uno ya ha pasado de asombrarse a que se le pongan las tripas negras: a tomar mucho viento la tolerancia y la comprensión y la misericordia y el comedimiento y la madre que parió a todos esos conceptos sentimentales que, por otra parte, no se merecen estas gentes que siguen cayendo en el timo de la estampita, como el otro día volvió a ocurrir en Jaén, en plena plaza de la Constitución. Hace falta ser…, ser…, ser…, maldita sea, si es que no hay adjetivos, si es que ya no puede haberlos, ¿qué hace falta ser para entrar al trapo de un engaño que es más viejo y está más visto que el hilo negro y que el mear y que el rascarse? Pues mira, sí, hay adjetivos: hace falta ser rematadamente avaro, codicioso hasta la extenuación y mezquino para que a uno se le borren los signos de alerta que da la inteligencia y te quieras aprovechar de un “tonto” que viene cargado del más tópico de los timos en forma de billetacos. Benditos profesionales los timadores callejeros, leche. Qué oficio más solemne. Y bendito el inventor de la “estampita”, que no sé quién es pero su patente merece un monumento. Las víctimas son los verdaderos delincuentes, además de cipotes perdidos.

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