No me voy a cansar. Creo que esta es ya la tercera o cuarta columna que le dedico al asunto. Y no me voy a cansar de abordarlo, no señor. Ni en el día de Nochebuena. Es una obsesión, un tirriazo, una feroz pesadilla que me he empeñado en quitarle a esta ciudad que nos vio nacer y que nos ve patalear a diario. A cuenta de la subida del precio del billete que proponen, dice el señor Castillo que los autobuses urbanos jaenonchos ofrecen uno de los servicios más modernos y avanzados de España. ¡Y una leeeeeeche! Hasta que no quiten el torno de entrada, ese torno rocotrocó que uno empuja con el bajo vientre, los autobuses urbanos de Jaén serán un monumento rodante al cutrerío más anacrónico, a la cacharrería mohosa, a lo rancio y a lo porculero. Por lo visto, para la empresa Castillo la invención del torno marcapasajeros ha sido el acontecimiento más relevante del siglo XX, del XXI y de los que queden, el no va más en tecnología punta, y ya pueden poner máquina de tíquets y lector de tarjetas, que ellos no se fían más que de su torno y ahí lo conservan a cara perro mientras que los autobuses de todo el país ya hace años y años que lo eliminaron. Pero, a ver, si son los Castillo. Ellos a lo suyo.
24.12.07
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