2.10.07

Referéndum y quema de fotos


Si detrás de ello no hubiera un afán de chupatierras fanático —un motivo nacionalista payaso, unas ganas de quedarse con el circo para ellos y para siempre—, defendería con exagerado gustazo la quema de fotos del Rey y la intención de referéndum del lehendakari Ibarretxe, al tratarse de dos manifestaciones de opinión en un Estado de derecho democrático y constitucional, ese cuento que nos cuentan. Pero como los que manejan dicha opinión no se conforman con ser unos anti españoles —cosa que me parecería incluso muy bien y hasta compartiría haciéndome el chulo—, sino además unos calentorros del cacho de terruño sobre el que los parieron sus madres (que es como ser españolista, pero de los rincones), pues se me esfarata la “Lagártica” radical, que es lo mío y lo que, en el fondo, a usted también le va, querido lector. No obstante, considero más serio lo del referéndum vascuence —habla, pueblo, habla, ¿os acordáis?— que hacer escándalo por arrimarle candela a unos pedazos de papel con la imagen del representante de una institución que no es de todos ni para todos los españoles, a ver si nos vamos enterando. Institución poco útil y muy gastosa, por otra parte. Aunque, eso sí, prolífica como ella sola.

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