Mientras el vecino le cuenta al candidato lo hechas una penica que están las calles del barrio, que es que no se puede ni andar ni circular, por no hablar del colegio de sus niños, que allí cualquier día va a ocurrir una desgracia, y le detalla los pormenores de lo que debería ser el correcto funcionamiento de un alcantarillado en condiciones, de un alcantarillado como dios manda y no un alcantarillado de chichinabo, pasando por el problema y el peligro que suponen la falta de señales de tráfico, que a ver si es que este barrio no se merece unas señales de tráfico, al igual que un parque decente para que jueguen los nenes, el candidato asiente con cara de darle toda la razón al vecino y se pregunta cuándo demonios va a terminar de contarle tonterías, que se hace tarde y aún tiene que aguantar a tres o cuatro ciudadanos más, según agenda, pero es que este tío se cree que yo he venido hasta esta jungla sólo para hablar con él, con esa cara que tiene de mono cabreado, yo no sé cuándo fue la última vez que se lavó los dientes, seguro que votó a los otros y ahora me da a mí el pestiñazo con la leche los baches, la madre que lo parió, cállate ya, que me estás poniendo la cabeza como un bombo, tío ordinario.
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2 comentarios:
En realidad no son candidatos. Son muñecos hinchables, dobles de goma de los candidatos, que los afiliados sitúan estratégicamente a la puerta de los colegios o del mercado. Por eso escuchan con tanta atención y si se llevan una ostia no la devuelven. Algunas veces los sientan en los plenos municipales mientras los concejales de verdad se toman las tostadas y beben el carajillo, o en los asientos de la carrera oficial, donde permanecen impasibles durante horas viendo pasar otros figurines pero de madera. Este es un mundo de cartón piedra.
Vamos que se van a acordar esos cuando estén en el sillón-poltrona de dónde estaban los baches que el vecino le dijo en campaña que tendrían que arreglar. Por el interés te quiero... Andrés.
Saludos.
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