8.5.07

Los chistes de Aznar

A José María Aznar le pueden pasar dos cosas: que se le ha ido la chaveta como se le fue a Contimplín o que tiene el sentido del humor en el culo. Me inclino por lo segundo, porque es muy difícil que a uno de esos tíos se le suelten los cables y nos enteremos tan pronto. El ex presidente del Gobierno se sintió chistoso en Valladolid, vinito va, vinito viene, cucha qué cosa más rica, y armó uno de sus chistes, con el que pretendía ser irónico y provocador. Y la cagó, claro. La malafollá es un elemento innato de la personalidad, ni te la dan ni te la quitan, así que los malafollás lo que deberían hacer es ahorrarse chascarrillos y comentarios con intención de jocosos. Por otro lado, no obstante lo dicho, a este caballero le podíamos recordar —puestos también a ser más graciosos que ná— que, si a él nadie le dice lo que tiene que beber y cuánto, a los ciudadanos nadie tenía que habernos metido en una guerra sin nuestro consentimiento, a causa de la cual murieron doscientas personas en los atentados islamistas del 11 de marzo de 2004. ¿O fue ETA? Ji ji. Espera, que no estoy satisfecho: ji ji ji ji… Ahora. Si bebes no conduzcas, si bebes no hables, si bebes y conduces y hablas, date una vuelta por parapléjicos.

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