8.1.07

Lo que me han echado los Reyes

El año pasado la carta a los Reyes la escribieron por mí gentes extrañas, y por eso la mañana del día 6 me encontré en la salita de mi casa un montón de regalos que no esperaba, qué ilusión, todos primorosamente envueltos en papel del bueno, de ese de brillíos, y adornados con lazos tan bonitos que daba pena esfaratarlos. Sin embargo, ¡oh, desilusión!: cuando empecé a abrir las cajas me encontré con la desconcertante sorpresa de que no contenían más que teclados para el ordenador, teclados de diferentes marcas, colores y modelos. Las gentes extrañas que habían escrito por mí la misiva a Oriente coincidieron en solicitarme teclados. Así, había un teclado para escribir el artículo plano, insulso, rellenahuecos; otro apropiado para la columna correcta, predecible, urbanizante, chocha; también un teclado con dispositivo electrónico que frena la tentación de la crítica a lo sagradamente establecido, a lo que es porque sí y no debe cambiar nunca, a lo inamovible y rancio, a lo intocable; y un teclado especialmente concebido para programarle de por vida el color político, las siglas de un partido; y otro cuyas teclas sólo funcionan con los dedos de otro… Bueno pues cogí y los tiré todos. Me quedo con el mío.

2 comentarios:

Miranda dijo...

Jo! te faltaba el teclado de silicona rosa, para escribir poemas de amor y cosas muy desesperadas.

arggggggggggggggg

besuco

Anónimo dijo...

Bueno, en fin, a mí un teclado de silicona rosa la verdad es que me inspiraría algo más que poemitas... Silicona, blandita, rosa, en la que hundir los dedos...