21.12.06

Carmen Pozo Luque

Artesana, roja, gastroentendida, perfumada, con escotes, iracunda, melosa, bienllegada, malvenida, temperamental, ibera arrepentida (creo), cofradiera del buen papeo, irreverente, de Martos… Como diría mi madre, Carmen Pozo es una de esas mujeres a las que no se les paran las moscas… En mi chaleco predilecto llevo prendido el plumín de plata que Carmen me regaló y en una pared de mi casa cuelga una de mis más apreciadas distinciones, la de “Pinche de Honor” de la Cofradía Gastronómica de la Sierra Sur de Jaén El Dornillo, a la que la Pozo pertenece, y yo todo eso se lo tengo que agradecer mucho haciéndole un retrato que te cagas, tú verás, aunque después me tenga que enfrentar a su mirada felina, de gata madura y morena, y tan profunda que no sabe uno si le está buscando la entraña para arrancársela o para hacerle un cariñito, pero el caso es que, sea para lo que sea, te está buscando la entraña, eso fijo. Y mira que cuando aquello de los pitos y las flautas por el Museo Ibérico no nos podíamos ni ver, reconozcámoslo; hasta que nos vimos —tras apartarse algunas cabezas—, y entonces pensamos que tampoco éramos para tanto, simplemente dos chuflones, cá uno a su estilo.

1 comentario:

Raquel dijo...

Trasluce el afecto, sí señor.
Pedazo de mujer, tal como la retratas.