7.11.06

Melenchones del barrio de Harlem

Además de la granainería cunera, Cristina Nestares y Federico García Lorca ya tienen otro rasgo biográfico en común: su viaje a Nueva York, su aventura en busca del sueño cosmopolita, la inspiración y las oportunidades que otorga la capital del mundo. De su andadura y experiencia, al poeta le brotó un libro de estilo y temática renovados y a la concejala, ya lo verán —no me sean— le brotará del pecho la medalla al mérito por haber logrado el Patrimonio de la Humanidad para la catedral de Jaén. Porque, a estas alturas, quién duda de que toda Nueva York sabe qué es Jaén, dónde está Jaén e incluso por qué existe Jaén (Yin, que dirán ellos). Cuentan que en Manhattan la gente va diciendo "ni pollas" cada dos por tres, que concretamente en Broadway no dan abasto vendiendo ochíos y que en Harlem se cantan melenchones, no siendo raro ver a los negros vestidos de chirri. Y que milagro sea que a la estatua de la Libertad no le cambien la antorcha esa de mierda que tiene por una oliva cuajaíca de aceitunas. Que sí, que sí: que NY ya nos valora, que allí no se habla de otra cosa, mientras que aquí no se nos ocurre más que preguntarnos por los dineros que nos habrá costado la sublime catetada.

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