29.9.06

Curso académico 2006/2007

Los doctores de la Uja Piruja deberían ir vestidos así todo el año y a todas horas: con esos batisacos y esas capitas de obisporro y esos gorronchos que se ponen en la cabezota para hacerse los chulos y fardar de títulos y conocimientos profundísimos. Si no, de qué. A ver para qué sirve vestirse de fantoche letrado una vez al año, desfilar con mucha solemnidad y después pasar a paisano: así cómo vamos a reconocerles, cómo vamos a distinguir entre un doctor de la Uja Piruja y un pelagatos de la universidad de la vida y sus tabernas, que todo lo más que lleva es pelliza y boina. No hay derecho. Seguramente la vestimenta es incómoda, sí, y ridícula, el choteo no acabaría, los chaveas callejeros no pararían de derribarles el gorro a pescozones y sería imposible mantener una conversación seria con ellos sin troncharse de risa, pero digo yo que para eso cobran tanto los doctores de la Uja Piruja y son tan distinguidos ellos, para sufrir un poquito, que no todo sea olla, que no todo sean sopitas calientes y mansiones en la sierra, poder político, cenas gratis, saraos varios y otros divertimentos y pasarratos. Si hubiera justicia social, ya digo, habría que obligarles a ir vestidos así siempre. Y en cabalgata.

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