16.6.06

Teología para recapacitar

Hoy, viernes, para acabar las cinco duras jornadas de escritura y filosofía intensivas y antes de retirarnos a descansar en la intimidad recatada de nuestros hogares, que albergan el tesoro impagable que es el disfrute del amor de nuestras familias, me gustaría mantener otra de mis animadas charlas con los lectores católicos que, delicada y fielmente, se asoman a este recuadro de cultura y esperanza con la timidez del cervatillo y la curiosidad inquieta de la ardillita coli-coli, y en el que siempre serán bien recibidos. Viene esto a que, no hace muchas fechas, absorto este columnista en descifrar los secretos del Universo, planteósele de golpe y repente la siguiente cuestión teológica, la cual, sin más tardar, traslado al análisis del lector, por si tuviera respuesta. La cosa va de condones y de dios. Porque, a ver: si los hijos vienen al mundo porque dios lo quiere y no vienen al mundo porque dios no lo quiere, de nada o muy poco ha de servir el látex anticonceptivo que tanto irrita a la Iglesia y con tanto énfasis condena. Es como lo de Jabalcuz, que si tiene montera, llueve quiera dios o no quiera. ¿O va a ser una gomilla más poderosa que la voluntad del altísimo? Ahí os lo dejo, amigos.

3 comentarios:

Bielka dijo...

Bueno, es que el látex es cosa del demonio. Y ahí Dios no entra porque los que se entregan a los placeres demoníacos ya están condenados al infierno, así que no es que no pueda, sino que no le interesa intervenir porque ¿para qué? Si ya son carne de infierno. Pues que se jodan, se vayan al infierno y no le anden dando guerra, que bastante tiene Dios con escuchar las oraciones de las monjitas y ayudar en las erecciones canónicas.

Anónimo dijo...

Ahí le has dao, Bielka, ahí, ahí.

Anónimo dijo...

Que las erecciones son el año que viene, ¡siempre hablando de política!