21.2.06

Cuando no quieren preguntas

A los políticos que convocan ruedas de prensa en las que de antemano avisan que no van a admitir preguntas deberían detenerlos y ponerlos a disposición judicial, por arrogantes y por dictadores y porque de oírles cascar a sus puñeteras anchas estamos ya un poco que nos la tentamos, ¿o no?. “Yo aquí digo lo mío y sanseacabó, no hay más tu tía ni tengo por qué dar mayores explicaciones ni razonamientos”, vienen a decir con su soberbiaza actitud de ocultadores, de cobardicas. Lo hizo el Mariano Rajoy hace poco en la sede del Partido Popular en Madrid a cuenta del comunicado de ETA y movido por el pánico cagarreto que los derechunos le tienen a que la banda terrorista pueda llegar a cometer el disparate de entregarle las armas a Zapatero. En democracia, pienso, un político debería estar abierto siempre a las preguntas de los periodistas, aunque algunas le metan gatos rabiosos en la barriga, como el otro día nuestro alcalde Sánchez de Heineken, que pilló un rebote con la periodista que le preguntó a cuánto asciende la deuda municipal. “Esto no es una auditoría”, respondió el muy tuno. “Ni el Ayuntamiento de Jaén debería ser un mercadillo de suelo”, podría haberle replicado alguien.

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