13.1.06

Entre la fuerza y los sentimientos

Uno tan sólo había visto en películas el lugar al que me llevó el otro día el Juan Carlos, el del Tijuana, con la promesa firme de que me iba a gustar. Y digo: tate, ya está, verás que han abierto en Jaén mi soñado topless y no me había enterado, cucha tú qué Reyes más edificantes me va a echar este hombre, vamos prestos y sin más demora. Pero no era eso, si bien tampoco me sentí decepcionado, al contrario, y mira que allí, tetas, pocas. Porque resulta que aquí, en esta ciudad lagártica y mocha, en el número 17 de la calle Obispo Aguilar, hay un “underground” boxeístico, o sea un gimnasio donde se enseña y se aprende a boxear, y no le falta un detalle, ni siquiera el de que uno de los socios y entrenadores del local, Raúl Buendía, además de ser un profesional de los mecos y derechazos reglamentados, escribe de lo más bien cuando se quita los guantes, con lo cual se cumple la leyenda a veces cierta del romance entre la fuerza y los sentimientos. Y me cuentan que allí quien ingresa pasa a formar parte de una familia en la que sólo va a encontrar apoyo y buen rollito con el punching, los sacos, los espejos y con esa plazoleta cuadrada de la hora de la verdad que es el ring. Primer asalto.

No hay comentarios: