8.12.05

Para la Inmaculada de Jaén

En el día de su onomástica felicito a Inmaculada Solar, o sea mi Inma, y ya aprovecho para preguntarme dónde diantres se mete, qué pasa y qué le pasa y si de verdad nos merecemos que nos haya dejado sin esas declaraciones de porretazo que tanto nos alegraban la existencia, esa dicha mañanera de abrir el periódico y encontrarte con el arrollador castañazo solarino del día, con el trueno inmaculado de sus críticas y defensas, me cachis en los mengues, ella que veía un micrófono y le dejaba la alcachofa hecha jirones, a ella que le ponían delante una cámara y el objetivo terminaba con presbicia y astigmatismo, amén de acojonado. Ésa es la Inma que queremos. Grandes ilusiones nos hicimos el otro día con el estruendo del avión, dijimos: “¡Cucha, la Inma!”. Pero no era. Porque está el otro, el Pili de la Mili, el Josenrique, pero no es lo mismo, ande va parar, ese muchacho engola mucho la voz y sus cabreos son teatreros, se ve que Jaén ya no le importa un pituelo y que pronto prosperará en Geografía, no nos interesa ni le interesamos. La Inma, mi Inma, es la que falta, y con pantalones, déjate tú de faldas, no eches cuenta. Reclamada estás, niña Inma; ahora, a ver el caso que haces.

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