7.11.05

Porque la venganza no llora

La muerte accidental de un niño es un hecho demasiado duro para culpar a alguien. Seguirá la existencia de los que a duras penas vamos quedando, el devenir político, las celebraciones, las columnas en los periódicos, las misas diarias, el sol, las enfermedades, los discursos... Y el chiquillo seguirá muerto y reviviendo en los que le querían. ¿Negligencia? ¿Dejadez? ¿Imprudencia? Puede que sí. Pero yo no me atrevería jamás a decir que Cristian murió por culpa del Ayuntamiento de Jaén, mucho menos por la de tal o cual concejal. Al niño lo mató esta perra vida que nadie vigila ni asegura. Las lágrimas que se vierten no vengarán, porque la venganza no llora. Sí la sed de justicia, eso sí. En cualquier caso, si se inauguró o no la pista deportiva de La Glorieta, si se entregaron o no las llaves a los vecinos y si éstos hicieron o no uso precipitado de las instalaciones municipales son eventualidades en las que se oculta la fórmula aleatoria del puto destino, que maldita la gracia. Tras ello viene la obligatoriedad tristísima de prevenir más tragedias como la que ya hemos tragado y aún nos amarga el paladar vacío. Pero, por favor, no hagamos política de una muerte tan pequeñita.

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