21.11.05

El pintor que nos da orujo

El pintor jaenota José Ríos, allá en sus refugios serranos que le pierden, que lo traen y que lo llevan, elabora un orujo que se llama “Ojú” y que te saca el espíritu del cuerpo cuando te lo encasquetas, te lo pasea por ahí para que conozca mundo y te lo vuelve a meter dulcemente entre el pecho y la espalda al cabo del rato, reconfortado y más sabio que un minuto antes. A ese orujo, que sabe a membrillo y a paciencia y que sale de un alambique en el que antiguamente se destilaba esencia de romero y otras cursiladas que no se pimplan, nos invitó el jueves a los que acudimos a ver la exposición que ha colgado en el Boogaloo (el pub de la cara en el tronco del árbol que lo guarda), una retrospectiva de su obra, la que pintó y dibujó de muchachuelo, y hagan el favor de creerme si les digo que es muy interesante, sobre todo porque aquí el menda no entiende mucho de pintura y eso es de fiar, la crítica que más deberíamos tener en cuenta es la del neófito, quien, como los chaveíllas, no dudará en exclamar “¡laírgen qué pestiño!” si no le gusta, incluso con el autor delante. Este hombre, el Ríos, noblote, silvestre y con coleta, ya era un pedazo de artista, pero creo que aún no lo sabe.

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