3.10.05

Usted perdone

Hola otra vez. No se me vayan a tomar a mal este comienzo, se lo ruego, es sólo una forma desenfadada de reencontrarme con los lectores del JAEN tras mis merecidas vacaciones veranúas, uno siempre ha preferido alejarse de las solemnidades. Pero, por favor, los que gusten de solemnidades, tampoco se me enojen: en cualquier caso se trata simplemente de una opción digna de respeto, no vayamos a meter la mininilla en el cocido por tan poca cosa. He dicho “mininilla”, que es término inocente, abierto a la imaginación de cada uno, y confío en que será incapaz de traspasar los delicados caparazones de las iras. A ver, un momento, con esto no estoy queriendo decir que ustedes adolezcan de ira, que es un pecado capital muy gordo, yo no les tengo por unos iracundos, dios me libre. Lo que he querido decir es que... ¡Ay, repámpanos, mil perdones! He escrito Dios con minúscula, qué horror. Tengo ese feo vicio porque yo en Dios no creo, pero sí en dios como sustantivo y palabra hecha. De todos modos, si alguien ordena que me retracte y me convierta para el mejor funcionamiento de la existencia, obedeceré sin rechistar. Este Jaén lagártico (que viene por lo del Lagarto de la Magdalena y es un adjetivo que yo me he inventado, pero si no les gusta, lo quito, faltaría más), católico y conservador merece manitas de espuma y sólo tolera bromitas de hilo, hay que concienciarse al respecto. Aquí lo blanco es blanco, lo negro es negro, lo bonito es bonito, lo feo es feo... y todo lo demás son blasfemias y carne de horca en plaza pública y a horica buena. Claro que sí, esta es mi provincia, así va mi ciudad. Pues... a por ella, nene.

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