Qué graciosos los del Partido Popular cuando les preguntan por la posible derogación de algunas leyes zapaterescas si llegan al poder el próximo 9 de marzo. Están ahí a dos patas cojas, que ni sí ni que no ni que todo lo contrario, o sea, puede, pero no puede, ni posible ni imposible, más bien incierto, pero no inseguro ni improbable. Ni siquiera el dinosaurio Fraga habla de derogar los divorcios exprés y los matrimonios homosexuales, sino de “reconsiderar”, que es verbo más diplomático, pero que quiere decir que si el PP retoma el Gobierno de España los homosexuales se van a tener que casar en sus cocinicas, de mentirijillas, y los divorcios volverán a la lista de espera, como las operaciones esas tan sencillotas de tumores cerebrales y demás menudencias. Los derechacos se saben rodeados cada vez más de la morralla progresista, saben que incluso esa morralla toca y pertenece a una parte considerable de su partido, y han decidido atarse corto el conservadurismo hasta alcanzar el objetivo electoral que, más que ansían, codician. De la movida de los obisporros es como si no se hubieran enterado y así va jugando el PP a ser un poco simpático mientras se aguanta una mueca siniestra.
10.1.08
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