Bueno, pues ya hemos echado a patadas a los pobres de nuestra mesa, ahora vámonos a las rebajas, que, como no nos demos prisa, se llevan lo mejor y nos dejan lo hortera y lo rotoso. Nuestras abuelas han sobrevivido a un año más, gracias a dios, seguimos teniendo pensión, que no te quiero contar el pellizco que se nos pone en el pecho cuando cada fin de año salen con eso de que será el último, dame un besico, Juanramón, y tú también, Anamaría, ni que estuvieran mal cuidadas, con la de veces que las sacamos al sol para que estiren la gaita, como los caracoles. Con el hígado fosforescente y el estómago suplicando piedad, ya estamos pensando en las lumbres de San Antón, cuatro peos y un follón, que Pascuas son si nos deja esta año el gripazo que viene con lanza, armadura y partes de baja, esa gripe que se nos enchula cada vez más porque se alimenta de globalización y cambio climático, primo de Rajoy, y cualquier día nos da nuestro merecido descanso, pero el de verdad, no el del escaqueo por cuatro mocos. Yo a enero nunca le he visto la cuesta, yo a enero siempre lo he visto como a un señor con el traje un poco ajado que se arregla la corbata antes de dirigirse a su jefe por lo del aumento de sueldo.
9.1.08
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